Hace unos días pasó prácticamente inadvertido, en medio del ya tradicional escándalo y el linchamiento mediáticos, un hecho que en cualquier país avanzado hubiera acaparado seguramente la atención de gobierno, medios y sociedad.
En muy contados espacios se difundió tímidamente la noticia de que dos científicos mexicanos, los médicos Julio Sotelo y Adolfo Martínez Palomo, descubrieron la relación de la esclerosis múltiple con el virus de la varicela.
Ciertamente así, en frío, el hecho pudiera no decir demasiado, por lo que habría que explicar que el hallazgo de los mexicanos, publicado ampliamente en el número más reciente de la revista Annals of Neurology –la más importante del mundo en la materia– revolucionará a partir de ahora las investigaciones, vacunas y medicamentos para combatir la esclerosis múltiple, una enfermedad discapacitante, crónica y hasta ahora incurable.
Este padecimiento, cuya causa había sido buscada sin éxito durante décadas por grupos médicos de diversas nacionalidades, afecta la médula espinal de adultos jóvenes de entre 20 y 50 años de edad, provoca problemas de coordinación y equilibrio, daños en la memoria y el pensamiento, debilidad muscular y alteraciones en la vista.
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